Historias que trasnforman
Samira y el Estallido de las Palabras
Samira veía letras por todas partes—en los carteles del mercado, en los libros polvorientos de la escuela, en los cuadernos de sus compañeros. Pero para ella, solo eran puntos muertos, figuras sin vida que flotaban sin orden ni significado.
Cada día en la escuela era una tortura silenciosa. Los otros niños parecían poseer un secreto que ella no entendía. Sus ojos recorrían las páginas con facilidad, sus voces daban vida a cuentos y relatos, mientras ella seguía atrapada en un vacío.
Cuando la maestra de lectura les pedía leer en voz alta, Samira temblaba. Intentaba juntar sonidos, pero las letras se resistían. Los murmullos burlones, los suspiros impacientes, los ojos que se desviaban con fastidio… todo se acumulaba en su pecho como un peso que la hundía cada vez más.
Las noches se convirtieron en su refugio. En su pequeña habitación, lloraba en silencio, preguntándose por qué su mente no podía abrirse como la de los demás. Intentaba leer en secreto, pero las letras seguían siendo un caos indescifrable.
Hasta que un día, una nueva profesora llegó a la escuela. La maestra de literatura era distinta. No le pedía leer, no la exponía. Solo le contó una historia.
Era el relato de una niña que, como ella, tardó años en comprender las palabras. Que luchó, que sufrió, que sintió la misma desesperación. Pero un día, encontró el hilo que unía las letras, la chispa que encendió su mente.
Algo en Samira se sacudió. Era como si de repente su cerebro explotara, como si las palabras que siempre habían estado atrapadas dentro de ella se liberaran con una fuerza incontrolable.
Esa noche, tomó un libro y, por primera vez, las letras no eran solo manchas en el papel. Eran caminos, eran puertas, eran voces que la invitaban a descubrir un mundo entero.
Desde ese día, nunca dejó de leer. Lo que antes fue frustración se convirtió en hambre insaciable por el conocimiento. Se transformó en la biblioteca andante de su comunidad, en la voz que narraba historias, en la guía de quienes aún estaban atrapados en el mismo vacío donde ella una vez estuvo.
Y así, en cada rincón de aquel pueblo olvidado, se escuchaba su voz. Porque cuando una historia transforma a alguien, ese alguien puede transformar a muchos más.
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